miércoles, 4 de mayo de 2011

EL PASADO EN EL PRESENTE

Jugar en la calle, jugar en grupo, saber ganar, saber perder, aprender a relacionarse. Esa es la actividad extraescolar que podemos considerar como la asignatura pendiente en la educación actual de un niño. Hoy en día tanto los juegos como la manera de jugar han cambiado mucho.  Ya no se ven niños jugando en las calles a las chapas, a la peonza, al futbol… o familias jugando a la oca o al parchis. Antes de que existiera la televisión, el asfalto, el tráfico, las videoconsolas… los niños jugaban en las plazas y en las calles de los pueblos y ciudades. Esto sigue estando presente en las mentes de muchos padres, madres y abuelos, que intentan recuperarlos para el divertimento de los niños del siglo XXI.





Los juegos tradicionales han abarcado todas las cualidades y el desarrollo social del ser humano. Juegos de habilidad para jóvenes, de flexibilidad, de fuerza para niños, de aprendizaje, o de simple entretenimiento, han servido para que mayores y pequeños se divirtieran juntos y por separado.

Todo el mundo recuerda su niñez y esos juegos que ayudaban a los niños a desarrollarse y a relacionarse con los demás, ya que hacían que niños de distintas calles se juntaran para pasar un buen rato, pudiéndose ver aún la rayuela pintada en el suelo, o varios niños jugando al pilla pilla.




El juego más educativo sigue siendo aquel en que los niños han de luchar por el liderazgo o la colaboración, rivalizar o apoyarse, pelearse y hacer las paces para sobrevivir. Esto no significa que el ordenador sea una presencia nociva en sus vidas; al contrario, es una insustituible herramienta de trabajo, pero en cuanto a ocio, el juego tradicional sigue siendo el gran educador social.




Conviene no convertir a las máquinas en objetos sagrados y, de momento, no hay nada comparable en la vida de un niño a un partidillo de fútbol en la calle, a las casitas, a mamás y papás o a las chapas. Y esto no tiene nada que ver con estar en contra de la tecnología y sus avances, sino con la defensa de un tipo de juego necesario para hacer de los niños seres sociales.

Si hay algo que más preocupa a los padres cuando dejan a sus hijos jugar a videojuegos es que puedan engancharse y dejar de lado otras actividades más importantes, además de que puedan a acceder a contenidos no apropiados para su edad.
Si bien es cierto que está bien dedicar un poco de tiempo a jugar o a divertirse, es bueno saber controlarse y no dejar que algo que pretende hacernos desconectar y liberarnos del estrés diario, se convierta en una actividad altamente perjudicial para nosotros.





En esta época de televisión, ordenadores, Play Station, Wii, Nintendo... no viene mal recordar algunos de los juegos que tanto entretenían a los niños de antes. Son solo unos pocos, seguro que nuestros padres y abuelos nos podrían contar muchos más: la teja, la guerra de piedras, las cuatro esquinas, los cromos...

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