Todas estas ansias de tener, tener y tener son valores que las empresas nos han inculcado muy cuidadosamente desde pequeños a través entre otras cosas de la publicidad. Estamos en una sociedad que basa la felicidad individual y colectiva del indivíduo en la posesión de múltiples bienes materiales. Ya se han encargado de ello las empresas. Primero nos crean una necesidad que no tenemos y te ofrecen la atractiva posibilidad de solucionarla comprando su maravilloso producto.
Resulta sin embargo, cuanto menos chocante las abismales diferencias que se viven en nuestra maravillosa burbuja y lo que sucede a tan sólo unos miles de kilómetros de distancia. Mientras nosotros delpilfarramos a más no poder hay otras personas que sueñan con poder beber alguna vez en su vida un vaso de agua no contaminada.
Bien es cierto que es una realidad demasiado dura, realidad para la cual hemos creado un potente escudo para que no penetre en las vacías conciencias de nuestra sociedad. Seguimos consumiendo gastando y derrochando. Otros siguen sufriendo, enfermando y muriendo. Y desgraciadamente esto no tiene pinta de cambiar a corto plazo.
Hace falta que dejemos de mirarnos a nosotros mismos y que ampliemos el horizonte. Un horizonte capaz de traspasar fronteras, razas y condiciones sociales, un horizonte amplio y global, un horizonte que llegue a todos, y sobre todo un horizonte que nos abra los ojos y que entre todos sepamos hacer un mundo más justo, equilibrado y solidario.
Mariano Sáenz de Cenzano, jorge Sanz, Agustín Maccarini, Diego García Bodas y José Ignacio Cornejo.
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